Me gustaba el ajedrez.
El genial letón Mik
hail Tal contaba que en una partida contra Evgeny Vasiukov, en 1964, lo que pensaba en un determinado lance del juego era cómo arrastrar un hipopótamo fuera de una cienaga, hasta que finalmente decidió que lo mejor era dejar que se ahogara, y ese pensamieno lo llevó a realizar uno de los sacrificios de pieza más famosos y hermosos de la historia del juego.
Cuando estamos con las manos en la masa de una novela, los escritores muchas veces hacemos lo mismo: también tenemos hipopótamos en danza.
Lapsus calami - Blog de Sanz Irles 