Archivos para 30 November, 1999

Ai

18 febrero, 2017 — 1 Comentario
Publicado en Málaga Hoy el viernes 17 de febrero de 2017.

En japonés, Ai significa amor (aunque también existe la palabra koi con parecido significado). He aquí algunas notas sobre un maravilloso cuento de Yasushi Inoue, titulado Sekitei (Jardín de rocas), que se incluyó en una recopilación de tres relatos sobre las cosas del amor.

2017_02_17_ai

Para quien pueda tener dificultad de lectura con la foto del artículo, aquí va el texto:

TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles 

AI

El jardín de rocas es un cuento inquietante del japonés Inoue Yasushi, de belleza etérea y minuciosa técnica. Se incluyó en una recopilación titulada Amor Ai en japonés—y no me consta que lo tengamos traducido.

Unos recién casados van a Kioto en su luna de miel. Se aman y su ternura nos alcanza:

A cualquier cosa que dijese, Mitsuko respondía con pequeñas exclamaciones de alegría y sus ojos resplandecían de felicidad.

Uomi había estudiado en Kioto y quería enseñarle la ciudad a su joven esposa. Decide llevarla al jardín de rocas de Ryoanji. De camino, algo repentino sucede; Mitsuko habla…

Pero su voz apenas si rozó el oído de Uomi y fue a perderse en la lejanía.

Había pasado una semana desde que empezaron el viaje de novios y por primera vez el corazón de Uomi se alejaba de su adorable esposa.

Esta revelación llega por sorpresa, salvo si uno ha caído en la cuenta de un detalle: la distancia mutable. Poco antes

Uomi y Mitsuko caminaban uno al lado del otro…

Un párrafo después

Mitsuko […] andaba despacio unos pasos detrás de él.

Pronto vemos que no sólo las distancias cambian, sino también el tiempo. Primero hay una contracción: pensaban pasar cinco días en Kioto, pero su estancia se redujo a uno solo. Después, el autor encadena dos analepsis (flash backs, si prefieren el inglés al griego) para llevarnos a la juventud de Uomi. Desde la historia principal retrocedemos trece años para presenciar la disputa de dos amigos por el amor de Rumi y luego reculamos dos años más para ver cómo se conocieron los tres. Volvemos a saltar adelante esos dos años y nos metemos en una aceleración del relato, mediante una elipsis de tres años y, por fin, tras estos paseos temporales, regresamos a la historia principal. Meter quince años en una docena de páginas, sin que nada chirríe, requiere un gran virtuosismo narrativo.

También en esos saltos cronológicos ha habido mutaciones de la distancia entre Uomi y Rumi, en este mismo jardín de rocas en el que ahora están los recién casados:

…vagabundearon sin meta por el recinto del templo, donde aún no habían florecido los cerezos, manteniendo entre ellos casi un metro de distancia.

Ahora los sentimientos de Uomi por Rumi se habían enfriado…

Uomi recurre a la brutalidad de un insincero te odio, para cortar de una vez por todas con Rumi, y vemos —tremendo símil— que la sangre abandona los labios de la despechada joven, en los que aparece:

Un blancor siniestro que recordaba el vientre de un pez.

Pero que no haya malos entendidos: todas las tecniquerías y tretas, todas esas analepsis y elipsis, no le hurtan nada a la lectura; tan sólo hacen posible la admirable economía de un relato que nos habla del amor en nuestras vidas, de dudas, de confusiones, de perplejidad, de incertezas y de ciclos que se repiten, sin que sepamos cómo manejarlos. El propio cuento es pura incertidumbre y llegamos a su conclusión sin entender bien por qué ha pasado lo que ha pasado, pues todo gira en torno a Uomi, excepto el final. ¡El final es de Mitsuko!

Discúlpenme si no revelo nada más. Mis labios están sellados.

Stoner

27 agosto, 2016 — Deja un comentario
Publicado en Málaga Hoy el viernes 26 de agosto de 2016.

Stoner, de John Williams, es una de las mejores novelas del siglo XX. Así lo creo y por eso recomiendo su lectura.

cabecera

2018_08_26_Stoner

Para quien pueda tener dificultad de lectura con la foto del artículo, aquí va el texto:

TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles

STONER

Debo a la espontánea generosidad de un amigo haber leído Stoner, de John Williams, una de las grandes novelas del siglo XX. No voy a reseñarla; solo pondré mi lupa de lector minucioso sobre un par de cosas, para explicar un trozo de mi admiración.

Nada más acabarla tuiteé este resumen: Épica de la medianía; conmovedora pequeña grandeza de la decencia; estoicismo campesino ante la adversidad. Me sigue valiendo.

La novela es admirable: la tensión, tan medida, de la trama; el resignado realismo; el lirismo desperdigado; los impresionantes personajes. Esa es la urdimbre de su verdadero tema: la fatalidad frente al libre albedrío. No lo he visto consignado en reseñas ni críticas, así que debe de ser cosa mía. ¿Es William Stoner quien determina el curso de su vida? La confusión sobre su propia existencia es fuente de pesadumbre y esta, el tono general de la novela. De ella no se sale como se entra, porque nos hace ver, con crudeza quirúrgica, que la vida puede ser así, como la de Stoner.

Y ahora la lupa. (Las traducciones son mías).

El amargo matrimonio del protagonista con Edith es una clave de bóveda de la historia:

Al mes sabía que su matrimonio era un fracaso; al año dejó de esperar que mejorase. Aprendió a callar y no porfió en su amor.

John Williams compone un cuadro, certero hasta el asombro, de Edith y su familia. En esa casa El enfado eran días de educado silencio y el amor, una cortés palabra de afecto. A veces, sin embargo, moja el pincel en acíbar:

[Edith] pertenecía a una clase social para la que la protección era un deber casi sagrado […] de modo que creció con un discreto talento para las artes más exquisitas y ninguna conciencia de la necesidad de ganarse la vida.

La escena de la boda es formidable. Con qué maestría se nos muestra el contraste entre la familia campesina de él (hay ecos de Las uvas de la ira) y la burguesa de ella. Los padres de Stoner, intimidados, …estaban llamativamente solos en una esquina de la habitación.

Empieza la ceremonia y John Williams, a lo Tolstói, la desmenuza para impedir una lectura rutinaria y hacernos ver una boda súbitamente absurda, que avisa zozobras y naufragios:

Un desconocido con alzacuellos se plantó frente a ellos; era bajo y gordo, con un rostro anodino; parloteaba y miraba un libro blanco que tenía en las manos.

Su boda se le cae encima. Hay mucha gente y aturdimiento. Stoner ve a sus padres varados y envarados en la misma esquina, de la que no se habían movido. Dos monigotes y un gesto torpe, entre el cariño y el azoramiento, del rústico granjero en aquel ambiente de ceremoniosa urbanidad:

Su madre sonreía y su padre apoyaba, desaliñadamente, una mano sobre su hombro.

Pasa la vida, perpleja, y llegan la enfermedad y la muerte,

Se tomaba las pastillas y sentía el dolor recular hacia la oscuridad, como un animal receloso.

 y sus recuerdos confluyen en una pregunta que martillea los últimos minutos de su vida y de nuestra lectura:

¿Qué esperabas?