Archivos para 30 November, 1999

El Golem

17 septiembre, 2017 — 1 Comentario

Publicado en Málaga Hoy el viernes 15 de septiembre de 2017.

Regresa Texto sentido a las páginas, muy hospitalarias, de Málaga Hoy, tras dos meses de reposo.

La lupa, hoy, la pongo sobre algunas aspectos estilísticos de la intrigante fantasía que urdió un igualmente intrigante Gustav Meyrink. A su manera, esta novela dejó huella en la historia de la literatura. He sabido hace poco, después de leerla, que también interesó mucho s Borges. Por algo será.

2017_09_15_ElGolem

Para quien pueda tener dificultad de lectura con la foto del artículo, aquí va el texto: 

 

TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles 

EL GOLEM

El austriaco Gustav Meyrink (1868-1932) es el autor de El Golem, una fantástica novela fantástica que lleva de Dickens a Kafka. Mucho puede decirse de esta obra singular; hoy comentaré sólo uno de sus capítulos, titulado Praga, que tengo por una lección de gran literatura.

220px-Gustav_Meyrink_3

Gustav Meyrink de joven

Todo sucede en una concisa unidad espacio-tiempo, un cronotopo perfecto: un lugar pequeño —una puerta cochera— y un tiempo corto —el de un chaparrón—. Un grupo de gente se refugia del aguacero y entonces se despliegan, con magistral pericia narrativa, muchas claves de la novela.

Ante nuestros ojos aparece, mágica y siniestra, una ciudad dickensiana que cobra vida propia; no sus habitantes, sino sus calles y casas:

La lluvia barría los techos y caía sobre las fachadas como ríos de lágrimas.

Adelantando un poco la cabeza veía mi ventana […] tan mojada por la lluvia que los vidrios parecían haberse fundido, opacos y grumosos como cola de pescado.

La banalidad del símil como ríos de lágrimas queda redimida por la genialidad del siguiente: los vidrios gelatinosos, como cola de pescado, al estar bañados por la torrencial lluvia. ¡Qué imagen extraordinaria y precisa!

La descripción del hacinamiento de las viejas casas, que cohabitan con promiscuidad, es una pura maravilla; los símiles aquí —las bestias ceñudas, el colmillo— muestran a un escritor muy dotado y pletórico de imaginación y recursos:

Las casas descoloridas, que se recostaban unas contra otras bajo la lluvia, como viejas bestias ceñudas. ¡Qué aspecto lamentable y decaído tenían todas!

Edificadas al azar […] sin tener en cuenta a las demás. Allá, una casa retirada, la fachada torcida, y otra al lado, sobresaliendo como un colmillo […] ellas mantienen un misterioso conciliábulo mudo.

der-golem

Tras el callado conciliábulo de las casas, nos topamos con esta originalísima descripción de la telepatía:

En ocasiones, se atizan con tanta fuerza los pensamientos, que estos pueden brotar y caer sobre la mente de una persona cercana, como chispas.

Todo el capítulo es pertinente para el desarrollo de la historia, que no voy a glosar. Nomás quería poner de relieve unos cuantos detalles que lo dotan de una especial belleza, netamente literaria. Vean cómo un ramillete de novia arrastrado por la fangosa corriente, calle abajo, es una poderosa e hiriente imagen de la desesperanza y la desolación:

Mire, ahí va un ramillete de novia —dijo repentinamente Charousek, señalando un ramo de mirtos mustios que pasaba arrastrado por el agua sucia.

Cinco páginas después entendemos más:

Esas criaturas enigmáticas que viven alrededor de mí: atraviesan la existencia sin voluntad, animadas por una corriente magnética invisible… igual que hace unos instantes ese ramillete de novia flotaba en el arroyo repugnante.

Algo en esas palabras me recordó, fugazmente, el ritornelo de Eleanor Rigby, de los Beatles: Oh, look at all the lonely people.

meyrink-wittek

Gustav Meyrink en su salsa

 

Ese capítulo es una formidable concentración de sucesos, alusiones e imágenes que el desbocado talento narrativo y literario de Gustav Meyrink concentra en diez páginas de sórdida belleza. Tensión emocional y estética desde la primera línea hasta la última.

Sin metáforas ni símiles, la literatura es planicie.

 

Aquí hay más reflexiones sobre El Golem.

el_golem_gustav_meyrinkA principios del siglo XX Alemania es una marmita intelectual en la que hierven ideas a borbotones. A los románticos alemanes (los verdaderos románticos, por otra parte) se les había ido la mano, pensaron muchos, y para poner orden llegaron los realistas con su antídoto. Luego también estos empezaron a ser tenidos por insuficientes y romos, y llegó el expresionismo, que arremetió con furia contra románticos y realistas a la vez, haciendo esfuerzos titánicos por echarlos del pueblo o, al menos, reventarles las costuras y hasta el orgullo. De todos estos fragores, algunos reductos fantásticos pudieron sobrevivir agazapados aquí y allá, como en el caso de Gustav Meyrink (Austria, 1886-1932).

El atractivo de su novela El Golem está en su hábil mezcolanza de un estilo ágil, con dosis de visión poética, misterio, mito, personajes que cautivan, a la vez que repelen y, dulcis in fundo, un erotismo maravillosamente medido y salpimentado,una procacidad muy literaria. Sepamos ya algo de la salaz Rosina:

…al llegar a mi puerta vi que se trataba de Rosina, la hija del buhonero […] una pelirroja de catorce años.

Debí rozarla al pasar, y ella se echó hacia atrás voluptuosamente, la espalda arqueada contra la baranda de la escalera. […]

Mi corazón se agitaba ante la vista de esa sonrisa desvergonzada. […]

Sus pestañas de pelirroja me dan asco, como las de los conejos.

Continuar leyendo…