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Himnos a la noche

15 febrero, 2018 — Deja un comentario

Publicado en Málaga Hoy el viernes 9 de febrero de 2018.

Novalis, y no hay nada que añadir.

2018_02_09_Himnos a la noche

Para quien pueda tener dificultad de lectura con la foto del artículo, aquí va el texto:

 

TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles 

HIMNOS A LA NOCHE

El discreto deseo, la jovial esperanza de este artículo es que aquellos de ustedes que no conozcan a Novalis, lo lean, y quienes lo conozcan, no lo olviden. Aún es legal soñar.

Novalis era lírico y metafísico. No es raro que ambas cosas vayan de la mano, pero en Novalis tal coyunda tiene rasgos muy especiales. Su idealismo mágico, expresión que siempre sale cuando se habla de su obra, y yo no quiero ser menos, tiene que ver con la unión del hombre con el cosmos: ¡ahí es nada!

LÁPIDA

En 1797 murió, a los precoces 15 años, su amadísima Sophie von Kühn. Fue el punto de partida de los inolvidables Himnos a la noche y, por ende, del romanticismo alemán: el verdadero romanticismo, a cuyo lado los demás son pálidas funciones de colegio.

Novalis empieza cantándole a la luz, como hacen casi todos los hombres:

 

…la gratísima luz

[…] un mundo gigantesco

de infatigables astros

que sobrenadan en su mar azul;

la fulgurante piedra

y la planta tranquila;

y la fuerza agitada

Pero pronto nos descubre hacia dónde dirige en verdad la mirada:

Yo, sin embargo, vuelvo

hacia la misteriosa, inexpresable

noche sagrada.

Dije que lírica y metafísica —transmutable en mística— suelen ir juntas. Enseguida nos llegan ecos de Fray Luis de León, que se alejó del mundanal ruido por la escondida senda:

Muy lejos queda el mundo, como si sepultado en honda fosa.

[…]

Los breves goces,

las ilusiones vanas, toda una larga vida

aparece con vestiduras grises,

cuando ya el sol inicia

su desaparición…

 

Era, pues, de esperarse este lamento:

¿Ha de volver siempre la mañana? / ¿El poder de la tierra nunca terminará?

Y esas preguntas son el hontanar del que brotan unos versos cuya belleza asombra:

¡Sueño sagrado! […]

Sólo el necio te ignora

no sabe de otro sueño

que la sombra

con la que, compasiva, nos recubres […]

No te siente

en el caudal dorado de las uvas

ni en el aceite milagroso del almendro

ni en la savia oscura de las amapolas.

No sabe que eres tú

quien flota en derredor sobre los pechos

de la tierna doncella, transformando

en cielo su regazo…

T.S. Eliot bien podría haber conocido, antes de escribir La tierra baldía (o La tierra desolada, que eso queda por verse), estos versos de Novalis:

Huyó la fe,

la todopoderosa,

y su celeste compañera,

la imaginación

que todo lo transforma

y fraterniza.

Desde el norte

un viento frío y áspero sopló

sobre los campos gélidos

y la maravillosa patria

se disipó en el éter…

Himno a himno, Novalis dicta la gramática del romanticismo literario, que sobrevive en muchos de nosotros, fluyendo despacio por veneros muy hondos y secretos, a la espera de otros tiempos y otros vientos. Todos, hasta los más aguerridos, tenemos derecho, cuando nadie nos ve, a momentos de puro lirismo. Que no degenere en cursilería es responsabilidad nuestra, estética e intransferible.

200Novalis

Publicado en Málaga Hoy el viernes 5 de mayo de 2017.

El impacto que siempre ha tenido en mí la poesía (el más cosas) de Novalis, precede a cualquier análisis racional que pueda hacer de su obra, o de los motivos por los que me afecta tanto. Este artículo solo busca dar(me) (a mí mismo), unas mínimas pistas.

También, quién sabe, crear algún nuevo lector de su obra.

2017_05_05_Un vivo vino áureo

Para quien pueda tener dificultad de lectura con la foto del artículo, aquí va el texto:

TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles

«UN VIVO VINO ÁUREO»

El verdadero romanticismo es el alemán; los otros son remedos de menor cuantía. De entre los románticos alemanes, siempre he tenido predilección —y supongo que especial afinidad— por Novalis (Federico Von Hardenberg para el siglo), un madrugador, el mejor representante del asombroso Círculo de Jena, del romanticismo temprano.

El traductor Alejandro Martín Navarro nos recuerda un milagro, a saber, la apabullante concentración de genio que se dio en Alemania a finales del XVIII: Kant, Fichte, Schlegel, Hölderlin, Schiller, Kleist, Lessing, Herder, Hegel, Tieck y, claro, por detrás o por encima o por las inmediaciones, la justificadamente inevitable figura de Goethe.

No hablo alemán, aunque mi conocimiento de otras lenguas germánicas me permite descifrar bastantes cosas; por eso procuro leer la literatura alemana en ediciones bilingües o, al menos, tener el texto original a la vista. Conozco sus reglas fonéticas y no me es ajena su prosodia, así que puedo disfrutar de la espectacular musicalidad de su poesía. (Digresión provocadora: la musicalidad del alemán es mayor y más profunda que la del parlero italiano, de fama cantarina).

novalis (1)

Novalis

La fascinante novela Enrique de Ofterdingen fue la respuesta de Novalis a la archifamosa Wilhelm Meister de Goethe. En la de Novalis se pone de manifiesto, de forma natural, maravillosamente natural, mucho de la esencia del romanticismo. Oigamos lo que el poeta, que también teorizaba con tino, decía en otro lugar:

El arte de extrañar de un modo agradable, de hacer un objeto extraño y a la vez conocido y atractivo, eso es la poesía romántica.

Pasarían aún muchos años antes de que empezáramos a hablar, en la teoría literaria, de la ostranenie, o sea, la técnica del extrañamiento, de la desfamiliarización.

No me es fácil pensar racionalmente en la literatura de Novalis, que me toca con hondura mucho antes de que pueda siquiera ponerme a pensar en ella o en lo que voy leyendo. Creo poder decir, sin traicionarme, que lo que más me atrae es, a partes iguales, su lirismo desnudo de artificios y su espiritualidad. Leer a Novalis induce a la introspección sincera y desacomplejada. En los Himnos a la noche (¡qué hermosura de título!), leemos:

Esta vida transcurre

hacia otra eterna ya.

Con un íntimo ardor

se transfigura el alma.

Las estrellas devienen

un vivo vino áureo

que habremos de beber

cambiados en estrellas.

¡Cambiados en estrellas! He ahí un destino con el que soñar.

La preocupación por lo celeste la vemos también en Enrique de Ofterdingen:

En los tiempos en que ahora vivimos ya no existe contacto directo entre los humanos y el cielo.

Y de esa queja deriva Novalis, clarividente, una anticipación de las teorías freudianas:

Pero, padre, ¿por qué sois tan contrario a los sueños? […] no hay duda de que sus extrañas transformaciones y su naturaleza frágil y liviana tienen que darnos que pensar.

En otro de los himnos dice el poeta:

Reinaba en otro tiempo

con un sordo poder

sobre las muy dispersas razas

de los hombres

un destino de hierro.

 

¡Quién sabe si cosas como esta habrán tenido que ver con otras soberbias exhibiciones de la literatura germana, como Los acantilados de mármol, de Jünger.

Novalis, ¿hay que decirlo?, murió joven. El eco de su nombre debe de andar por Orión o Casiopea.

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