Deambulando inquieto por la casa, demorando, como casi siempre, la hora de acostarme, abro al azar un libro que sobresale en una estantería, y mis ojos se detienen en este haiku primitivo de Teika, de punzante y sobrecogedora belleza:
chiru hana o Va persiguiendo
oikakete yuku pétalos de cerezo
arashi kana. la tempestad.
y en este otro, tan solitario, de Bashô:
uguisu ya Un ruiseñor
take no koyabu ni llora en el bambudal
oi o naku. su senectud.
Buenas noches.
«Jaikus inmortales». Selección y traducción: Antonio Cabezas. Poesía Hiperión, 2006