Archivos para 30 November, 1999

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Si les interesa pensar sobre la literatura además de leerla, es probable que este libro les interese. Lo mejor será empezar por el final y así ya deciden ustedes si les apetece seguir.

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Terry Eagleton

Después de haberle dado mil y una vueltas (interesantes vueltas) al concepto de  «teoría de la literatura», su historia, evolución y temas esenciales (cuando tengo el día cursilón, esto de «esencial» me pone como una moto), Eagleton nos dice que, en el fondo, la teoría, toda teoría, no es más que una empresa condenada al fracaso, y eso por dos razones, que son las siguientes:

  1. La teoría es el momento en que las prácticas (culturales, sociales o las que sean) entran en crisis y se ponen a pensar en sí mismas, a «pensarse», para ver cómo salen del atolladero en el que se han metido. (Eso, por cierto, las convierte en algo bastante narcisista, como advierte el propio Eagleton).
  2. La teoría consiste en que una práctica X se curva sobre sí misma para escudriñarse, para escrutarse las entrañas, lo que le impide un análisis con las  imprescindibles dosis de desapego y distancia. Resultado: el fracaso inevitable.

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En las novelas del siglo XX aprendimos a enjugazarnos con la ruptura de la cronología.

La historia se fragmentaba (¡el cine, el cine!) y se agitaba con saltos adelante y atrás, flash backs y flash forwards, analepsis y prolepsis, a veces elegantes y otras tan solo pura histeria desmadejada, y a la narratología estructuralista la boca se le hacía agua (y a muchos de nosotros también) viendo estos malabarismos con la temporalidad de la historia. Sobre ello tenemos páginas y páginas de los Greimas, los Genette, las Bal y demás sesuda compañía.

Nada que objetar. El estructuralismo, aunque superado, hizo época y nos enseñó muchas cosas… casi tantas como las que ignoró con culpable desenfado, (como dónde está el arte en la literatura, diremos, ¡como si fuese una minucia!).

Pero yo estoy con Monika Fludernik cuando, con sencillez desarmante, nos hace ver que en realidad todo ese barajar la cronología en una narración no hace sino aumentar su carácter estático (lo contrario de lo que suele buscarse con ello), pues obliga a tener a la vista, y simultáneamente, todas las partes de la historia antes de poder establecer la cronología de la fábula. (Y sí… estoy usando terminología estructuralista… su influencia continúa… quod erat demonstrandum).

No es la temporalidad per se lo que hace la ‘narrativa’, y si lo es, lo es solo cuando se refiere al acto, al proceso de leer, que rellena, completa y, en definitiva, crea.