Alguien debería escribir una novela sobre las mudanzas. Llevo ya muchas a cuestas, sé de lo que hablo.

Nuestra primera mudanza desbarata la vida para siempre, porque desbarata la infancia, dispersando cosas, objetos, que hasta ese momento habían sido inmutables: esa primera mudanza, tan deseable como fatídica, rompe con la «eternidad» de la casa paterna.

Entonces queda inaugurada la incesante diáspora que será el resto de nuestra vida, que a partir de ahí solo será una fatigosa busca de aquella tranquilizadora eternidad perdida.

2 comentarios para Mudanzas

  1. 

    Ese siempre es «el sitio», Attikus, incluso cuando uno ha creado otra casa que será para otros lo que para nosotros es la de nuestros padres: la casa de uno, la de siempre, la eterna, la única.

  2. 

    Esa eternidad ciertamente se rompe…todavía recuerdo la soberbia con la que recogí por primera vez mi ropa para la primera mudanza, pensando que el mundo se pararía en la casa paterna. Qué equivocación. Vinieron muchas. Ahora vuelvo a ella, a la casa paterna. Y la casa no paró y es muy distinta. Y a esta última mudanza se suma el paso del tiempo escarvando en el rostro de los padres. Y la alegría de volver. Después de tanta mudanza, éste era mi sitio.

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