A mis amigos olvidadizos y a unos cuantos conocidos poco avisados, los devuelvo a los tiempos del parvulario y les hago copiar cien veces en su cuaderno:
Hay que leer a Alejo Carpentier. Hay que leer a Alejo Carpentier. Hay que leer a Alejo Carpentier. Hay que leer a Alejo Carpentier…
(Próximo recordatorio: Juan Rulfo).