Hay que ir siempre con los ojos bien abiertos y no desfallecer en el deseo de la busca, sobre todo cuando se entra en una librería, como hice yo el otro día, y mis ojos y mis dedos, fueron a caer sobre un librito de poesía, y lo abrí al azar, y volví a comprobar que la poesía anida en los lugares más insospechados e improbables. (¿Qué tiene de improbable, dirá alguno, que haya poesía en un libro de poesía? No responderé ahora a esta pregunta).
Ni un paso más sin confesar mi culpa: no había oído hablar nunca de esa escritora, de nombre llano, franco, sin dobleces: Dionisia García. Sí, eso mismo, Dionisia García, natural de Albacete, do las navajas y el azafrán, y el nacimiento del río Mundo y el castillo de Almansa y el penal de Chinchilla y un frío que se muestra inmisericorde.
He aquí un poema tímido, frugal, sin alharacas, de la señá Dionisia, que desde entonces se ha convertido en una buena amiga. Sé su lugar exacto en mis anaqueles y mis dedos la encuentran a veces al pasar:
Como alamo cumplido
La casa esta vacía:
él ya dijo su última palabra.
Calle abajo
el silencio se adensa
y los hombres musitan
una plegaria
apenas perceptible.
Tiemblan las flores
al abrazar el túmulo
que avanza con el sol
de una tarde de julio.
Quema la tierra;
la misma que él amó
durante tantos años,
y a la que regresaba
para caer, al fin,
como álamo cumplido.
La plaza, el altozano,
los balcones abiertos,
ofrecen su mudez en homenaje,
mientras pasa la lenta comitiva.
Dionisia García. «Cordialmente suya». (Ed. Renacimiento).
Excelente poema el de Dionisia García! Y excelente la descripción de su hallazgo, señor Irles. Gracias por compartir. Mora Malú.
Sí, son esos hallazgos fortuitos que nos alegran la vida de tanto en tanto. Por eso me pierdo siempre que puedo en las librerías de medio mundo. Ya que debo viajar incesantemente por razones de trabajo, al menos le saco partido.
Un saludo amistoso y gracias por asomarse por aquí.