Publicado en Málaga Hoy el viernes 19 de agosto de 2016.
Último de esta pequeña serie que ha tenido en Goethe su eje principal. Hoy, un par de consideraciones sobre cuáles pueden ser las miradas de los lectores y cuáles son sus facultades, y unas breves anotaciones a la naturaleza del narrador.
Para quien pueda tener dificultad de lectura con la foto del artículo, aquí va el texto:
TEXTO SENTIDO
Sanz Irles. Escritor
PAGAFANTAS DEL XVIII
Madame Bovary se abre con un nosotros narrador: Estábamos en la hora del estudio… Alguien habla desde dentro de la escena, pero no es el protagonista, sino una voz anónima que cuenta lo que vio. Técnicamente es un narrador intradiegético-heterodiegético (¡sí, lo sé, qué le vamos a hacer!). Lo notable de él es que usa la primera persona del plural, como si hubiera un narrador colectivo.
Si tiro por aquí es porque me ha llamado la atención la estrategia narrativa de Goethe en Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister. Me refiero, precisamente, al uso de un nosotros-narrador.
¿… quién sería capaz de expresar la alegría de dos amantes? […] nosotros también nos marchamos…
Y poco después: Ya es hora de que vayamos conociendo mejor a los padres de nuestros amigos…
¿Quiénes son nosotros? El que narra lo hace desde fuera de la historia; es omnisciente y, como tal, lo sabe todo de sus personajes; más que ellos mismos (la formulita narratológica es N>P).
**Digresión: Es el XVIII. La retórica clásica perdura. En ese ¿Quién se atrevería a describir…? reconocemos el archisabido tópico No encuentro palabras. Recordemos a Jorge de Montemayor:
Decir yo agora la vida que pasaba en su ausencia […] no sé si podré…
o los dos fabulosos versos del Orlando furioso de Ariosto, que casi supe de memoria:
Chi mi darà la voce e le parole convenienti a sì nobil suggetto…
Fin de la digresión.**
Ese nosotros de Goethe, a diferencia del de Flaubert/Bovary, se llama plural de modestia. Pura convención. Sin embargo, cuando leí esos pasajes fui presa de una súbita euforia porque, sin saber cómo, Goethe logra que su nosotros nos involucre. Más que de modestia, es de complicidad.
Como por ensalmo me sentí compinchado con ese narrador que acota las andanzas del joven Guillermo. Goethe nos secuestra de nuestro lugar de lectores y nos lleva con nosotros, o sea, con él, o sea, con su cuentacuentos, para que observemos juntos a Wilhelm Meister. Así, más que leer, vemos y contamos cómo
…dejó transcurrir las noches en el disfrute íntimo de su amor y dejó transcurrir los días a la espera de horas felices.
Y nos es dado oír en primera fila diálogos casi cervantinos:
—No encuentro que haya nada más útil en el mundo que sacar ventaja de las tonterías que hacen otros.
—Me pregunto si no sería un placer más noble salvar a los hombres de sus estupideces.
Y escuchamos a la vieja Bárbara enseñarle a Mariana cómo tener dos amantes:
Si amas a uno, que el otro pague; todo depende de lo hábiles que seamos para conservar a los dos.
¡Oh, las novelas de formación! ¡Ah, los cornamentados pagafantas del dieciocho!
Estrambote: La sensación de ser un lector secuestrado ha sido un fugaz espejismo. Al empezar el Libro segundo, Goethe deshace el hechizo con un seco
Por eso no queremos detallar a nuestros lectores…
que nos pone de nuevo en nuestro sitio. Pero fue bonito mientras duró.
Como el plural mayestático. Me ha encantado el artículo y las citas. Gracias.
Gracias a usted por su interés, Óscar.