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Monólogo interior

21 May, 2018 — 2 comentarios

Publicado en Málaga Hoy el viernes 4 de mayo de 2018.

Antes que Joyce fue Dujardin (y Tolstoi).

2018_05_04_Monólogo interior

Para quien pueda tener dificultad de lectura con la foto del artículo, aquí va el texto:

 

TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles

MONÓLOGO INTERIOR

Deben de quedar pocos lectores de novela que no sepan lo que es el monólogo interior, la ingeniosa técnica narrativa —uno de los símbolos de la modernidad novelística— que permite desvelar el pensamiento de un personaje en el mismo momento en que se está produciendo. Ese pensamiento, próximo al inconsciente, suele darse de forma caótica, exaltada, incoherente, y así lo refleja el monólogo interior en literatura, con su aspecto agitado y espástico. Desde que se inventó, ha sido usado profusamente. Pero ¿quién lo inventó?

Si pasamos por alto que Tolstoi empleó algo muy parecido hacia el final de Ana Karénina, el honor le cabe al simbolista francés Édouard Dujardin, un discreto escritor que en 1887 publicó Han cortado los laureles, novela construida con esta novedosa técnica tan influida por el psicoanálisis. No estoy seguro de que Dujardin fuera consciente de la importancia de lo que acababa de hacer, pero el propio Joyce, que llevó esta técnica a su cumbre, le ha reconocido la paternidad del invento:

Dujardin instala al lector, desde las primeras palabras, en el pensamiento del protagonista.

Nada más empezar la novela, vemos uno de esos típicos zigzags repentinos, propios del pensamiento desbocado. El protagonista camina imaginando la deliciosa velada que tiene preparada y de pronto:

Qué deliciosa velada me espera. ¿Por qué le han dado la vuelta a la alfombra en esta parte de la escalera?

dujardin-03Algo después nos topamos con una de las primeras ráfagas dubitativas, entrecortadas, electrificadas, típicas del monólogo interior. Hoy las damos por descontadas, pero cuando lo hizo Dujardin, resultaban muy llamativas:

El camarero. La mesa. Mi sombrero en el perchero. Nos quitamos los guantes; hay que dejarlos caer descuidadamente sobre la mesa, junto al plato; mejor en el bolsillo del abrigo; no, sobre la mesa; […] Mi abrigo en el perchero;  me siento; ¡uf!, qué harto estaba. Metería los guantes en el bolsillo del abrigo. Iluminado, dorado, rojo, con las gafas, ese destello; ¿qué? el café; el café donde estoy. ¡Bah!, estaba harto.

En determinados momentos, a Dujardin se le escapa el control de tan poderosa herramienta y nos depara escenas de baja calidad literaria. Otras veces, sin embargo, tiene el suficiente talento para demostrar sus grandes posibilidades, que otros iban a desplegar muy pronto en todo su esplendor. Los dejo con uno de esos pasajes donde ya se escucha a lo lejos la voz narradora del Ulises, que no iba a tardar en llegar. (La traducción de este fragmento es de Marta Cerezales Laforet):

…duerme; yo siento que me estoy durmiendo; se me cierran los ojos… aquí está su cuerpo, su pecho que sube y sube; y el tan suave perfume mezclado… la hermosa noche de abril… dentro de un rato pasearemos… el aire fresco… nos iremos… dentro de un rato… las dos velas… ahí… por los bulevares… “te amo más que a mis corderos”… te amo más… esa chica, ojos descarados, frágil, labios rojos… la habitación… la chimenea alta… la sala… mi padre… los tres sentados, mi padre, mi madre… yo… ¿por qué mi madre está pálida? Me mira… vamos a cenar, sí, en el bosquecillo… la criada… traiga la mesa… Lea… pone la mesa… mi padre… el portero… una carta… ¿una carta de ella?… gracias… una ondulación, un rumor, un amanecer… y ella, por siempre la única, la primera amada, Antonia… todo brilla… ¿se está riendo?… los faroles de gas se alinean hasta el infinito… ¡oh!… la noche… fría y helada, la noche…

Leer más sobre el monólogo interior.

Silencio

28 abril, 2018 — Deja un comentario

Publicado en Málaga Hoy el viernes 27 de abril de 2018.

¿Cómo es el silencio en la novela?.

2018_04_27_Silencio

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TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles

SILENCIO

El silencio es tan música como el sonido. ¿Y en literatura, que se construye con el lenguaje, o sea, con sonidos?

En una partitura, el intérprete ve el silencio mediante signos que le dicen cuándo lo hay y cuánto dura. ¿Cómo hacerlo en la novela? ¿Con una nueva puntuación? ¿Dejando espacios en blanco entre el texto? ¿Ralentizando la narración hasta el límite, hasta que casi se detenga la respiración del lector? ¿Con onomatopeyas silentes?

En música el compositor impone los silencios al oyente, pero en la novela el intérprete es el lector, quien también crea silencios cuando, por ejemplo, detiene la lectura para pensar. Pero estos silencios forman parte de la novela de forma sinuosa y vicaria: no todo lector detiene la lectura en el los mismos puntos ni por el mismo tiempo.

Que el texto diga Se hizo un gran silencio es contradictorio: en el mismo acto de nombrarlo, el silencio se esfuma. Pese a ello, es recurrente en los escritores describir el silencio mediante sonidos, esos sonidos pequeños, subliminales, que denuncian su presencia. En El Misántropo, un cuento que escribí hace años, se lee:

Durante horas permanecía sentado, con la escopeta cargada y a mano, en completo silencio, aguzando el oído casi hasta el dolor, intentando discernir cualquier ruido que no fuera causado por el viento o los árboles o las hojas o la lluvia o los pájaros o las ardillas o los truenos. […] Aumentaba aún más mis precauciones antes de dormir, si es que se le puede llamar dormir a mi incesante agitación en la cama, incorporándome cada minuto ante cualquier atisbo de ruido o crujir de las maderas.

Ojalá que la pertinencia del fragmento, como ilustración de lo que digo, disculpe la inelegancia de la autocita.

El silencio en la novela funciona de dos modos: como forma, es decir, como elemento rítmico y sonoro, y como función, o sea, como elemento semántico que, al callar cosas en la trama o amordazar a un personaje, produce significados.

Salman Rushdie nos da un interesante ejemplo de la expresión del silencio que es, a la vez, forma y función:

Ismail Ibrahim dijo: «Se trata de un caso de tentativa de suicidio». Y la opinión pública: «?????????»

El silencio es esencial en la novela modernista. Patricia Ondek lo estudió a fondo en el caso de Virginia Woolf, e incluso lo tipificó, distinguiendo en ella lo no dicho —lo que alguien siente pero no dice—, lo no hablado —algo no formulado aún con palabras— y lo inefable —lo que no puede o no debe decirse.

El problema de ponerle palabras lo inefable es muy viejo. Esto decía San Agustín:

¿Hemos dicho o enunciado algo valioso sobre Dios? Creo, más bien, que no, pero deseo hacerlo: y si he hablado, no he dicho lo que quería decir… Y ni siquiera podemos llamar inefable a Dios, porque ya sólo decir eso es hablar de Él.

Del silencio se ha dicho y no se ha dicho tanto y tan poco en las novelas. Silencios explícitos, como cuando Marlow describe en El corazón de las tinieblas:

Un gran silencio, una selva impenetrable.

Y silencios tácitos, de cuya existencia sabemos por mera inferencia, como sabemos de la existencia de algunos cuerpos celestes invisibles por su influencia en las órbitas de otros. Cuando lean su próxima novela, intenten descubrir si hay o no silencio, y si lo hay, cómo se manifiesta y cómo ustedes mismos son capaces de crearlo, manejando su tempo de lectura.

Ralph Waldo Emerson nos deja un pensierino carino, por decirlo a la italiana, con el que terminar:

Quedémonos en silencio para oír los susurros de los dioses.

Publicado en Málaga Hoy el viernes 20 de abril de 2018.

Enérgico lirismo.

2018_04_20_Un admirable halcón

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TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles 

UN ADMIRABLE HALCÓN

En 1957 Ted Hughes aparece, con brillo cegador, en la poesía. Su primera obra, El halcón en la lluvia, nos impresiona por lo que me apetece llamar un enérgico lirismo.

He esbozado una traducción del poema que abre el poemario, al que presta su título:

Me hundo en el atronador campo, me arranco                                                        

talón a talón de la devoradora boca de la tierra,

del fango que a cada paso me aferra los tobillos

con la obstinada costumbre de la tumba, pero el halcón…

Aunque apenas he podido acercarme a la poderosa aliteración que Hughes construye en el primer verso, I drown in the drumming ploughland, I drag up, el tono del poema ya está dado: es de lucha, de sufrimiento y de violencia, impuesto todo por un mundo inhóspito hecho de tumbas, lodazales y fieras bocas que devoran. ¿Y qué, pues, del halcón?

…sin esfuerzo suspende en lo alto su ojo inmóvil.

Sus alas sostienen toda la creación en ingrávido silencio,

fijo como una alucinación en la corriente.

Mientras el estruendoso viento destruye los tercos setos,…

Hughes_Plath

Sylvia Plath y Ted Hughes

La admiración que Hughes profesó hacia los animales en muchos de sus poemas se nos muestra sin rebozo. Frente a las penalidades humillantes de la voz poética, el halcón es ingrávido y de quietud majestuosa. Queremos pensar que, desde su olímpica altura, su ojo inmóvil nos contempla con piedad y no con sorna. His wings hold all creation in a weightless quiet es un verso colosal que nos pinta un halcón Atlante, aunque tal vez indiferente, y admiramos la proeza de sostener el mundo sobre sus perfectas alas, en vez de ser sostenido en él por su aire. Ese viento, sin embargo, es cruel con la voz poética:

…me hunde los ojos, me deja sin aliento, me detiene el corazón,

y la lluvia me siega la cabeza de raíz, el halcón sostiene

la diamantina punta de la voluntad, la estrella polar

de la resistencia del náufrago: y yo,…

Nuestra energía mengua. Ahora, de penosos caminantes en el fango pasamos a ser aterrados náufragos en la mar, y el halcón sigue arriba. Parece acompañarnos, apiadarse, querer guiarnos. Pero la voz poética se ve a sí misma en una cruel imagen: la de un pedazo de carne impotente, arrancado a mordiscos por la fiera.

…un bocado sangriento, aturdido, que en las fauces de la tierra

cuenta sus últimos instantes, me estiro hacia el supremo

fulcro de la violencia, donde el halcón, inmóvil, pende.

Fulcrum of violence testimonia la capacidad imaginera de Hughes; de su técnica nos habla el difícil hipérbaton de esos versos: Bloodily grabbed dazed last-moment-counting / Morsel in the earth’s mouth…

hawk

Al final el poema da un brusco giro, no sabemos si buscando expresar un oscuro deseo de venganza contra el poderoso halcón, que parece libre de padecimientos, o describiendo con pena y miedo lo que podría ser un doliente destino compartido.

Quizás se tope, llegada su hora, con la tormenta

que llega del lado equivocado, y soporte, arrojado en picado,

que el aire se le caiga de los ojos, que los ponderosos condados lo aplasten,

que lo atrape el horizonte; que el redondo ojo angelical,

destrozado, mezcle la sangre de su corazón con el lodo de los campos.

Poema hecho de imágenes violentas y a la vez líricas que apuntan a una reedición, extraña, en negativo, de la poesía geórgica. En este poemario hay otros poemas prodigiosos de animales —esos caballos de quietud megalítica, grises fragmentos silentes de un gris mundo silente— que explican por qué Ted Hughes es tenido como uno de los grandes poetas ingleses del siglo XX.

Kurtz

15 abril, 2018 — Deja un comentario

Publicado en Málaga Hoy el viernes 13 de abril de 2018.

Marlon Brando fue un Kurtz a su manera, pero el Kurtz Kurtz era este.

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TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles 

KURTZ

Una forma de captar en qué consiste el género novela, es verlo como una invención que se ocupa de reflejar el paso de un estado de inocencia a otro de experiencia, de la ignorancia al conocimiento de los verdaderos modos de la vida y del mundo. Lionel Trilling, explica esto mismo con los términos apariencia y realidad.

El romance, género literario anterior a la novela, es otra cosa. El protagonista del romance, de los libros de caballerías, es un verdadero héroe y siempre acaba por demostrárnoslo. El de la novela es más un héroe sin heroísmo, y si no tiene un final desastrosamente trágico o infeliz, es porque acabó por rendirse a la evidencia del mundo, por dejar atrás sus ilusiones de grandeza y avenirse a la roma realidad. Ese fue el final de nuestro inolvidable Alonso Quijano, que deja la adarga para morir en su lecho, o de Pierre Bezujov, casado con Natasha, en Guerra y paz.

De ese viaje que tantas novelas cuentan, desde la libre ignorancia a la resignada aceptación, o desde una salvaje libertad a los grises yugos de la sociedad, la inolvidable novela de Conrad, En el corazón de las tinieblas, es un ejemplo especial.

En las primeras páginas de la novela sabemos de un viejo hipopótamo al que muchos hombres querían darle caza, sin lograrlo:

Ese animal tiene una vida encantada, y eso sólo se puede decir de las bestias de este país. Ningún hombre, ¿me entiende usted?, ningún hombre tiene aquí el mismo privilegio

Esa libérrima bestia que entra y sale del agua cuando quiere, derrochando su poderío, parece anunciar al gran personaje Kurtz:

… me pareció ver por primera vez a Kurtz. Fue un vislumbre preciso: la canoa, cuatro remeros salvajes; el blanco solitario que de pronto le daba la espalda a las oficinas principales, al descanso, tal vez a la idea del hogar, y volvía en cambio el rostro hacia lo más profundo de la selva, hacia su campamento vacío y desolado.

heartdark

El buana solitario, la vista puesta en lo más hondo de la selva, de espaldas a cualquier idea de civilización… Kurtz es un tirano que no conoce ley; se convierte en tal en cuanto prueba la embriaguez del poder absoluto. Kurtz busca ser Dios. Kurtz deja atrás, pronto, su pasado de hombre civilizado. Kurtz representa el lado salvaje, el mundo tenebroso al que el título de la novela alude.

Kurtz peroraba. ¡Qué voz! ¡Qué voz! Resonó profundamente hasta el mismo fin. Su fortaleza sobrevivió para ocultar entre los magníficos pliegues de su elocuencia la estéril oscuridad de su corazón.

Incluso después de muerto, ese mítico Kurtz lancea como Mío Cid, a través de testimonios de terceros:

…pero, ¡cielos!, qué manera de hablar la de aquel hombre. Electrizaba a las multitudes. Tenía fe, ¿ve usted?, tenía fe. Podía convencerse y llegar a creer cualquier cosa, cualquier cosa. Hubiera podido ser un espléndido dirigente para un partido extremista.

Pero después de ese extraño y terrible mundo onírico y sin normas, ¿a dónde llegamos?

Aunque el peso y el grave tono de la tragedia llegan hasta el final, aunque al aura mítica del personaje Kurtz se mantiene, el escenario en el que acaba la novela es justo el opuesto al que conocimos al principio. De la brutal jungla hemos regresado al mundo de las convenciones y las normas, un mundo de muebles dorados, chimeneas de mármol y pianos de cola. Adiós, Congo proceloso. Bon jour, tristesse.

Caía el crepúsculo. Tuve que esperar en un amplio salón con tres grandes ventanas, que iban del suelo al techo, semejantes a tres columnas luminosas y acortinadas. Las patas curvas y doradas y los respaldos de los muebles brillaban bajo el reflejo de la luz. La alta chimenea de mármol ostentaba una blancura fría y monumental. Un gran piano hacía su aparición masiva en una esquina…

Tiresias

12 abril, 2018 — 2 comentarios

Publicado en Málaga Hoy el viernes 6 de abrilde 2018.

El viejo adivino, Tiresias, aparece en la literatura europea cuando menos te l oesperas.

2018_04_06_TiresiasPara quien pueda tener dificultad de lectura con la foto del artículo, aquí va el texto:

TEXTO SENTIDO

Sanz Irles. Escritor

@SanzIrles 

TIRESIAS

He andado unos meses con T. S. Eliot y La tierra baldía. En ese espectacular poema la figura de Tiresias ocupa un lugar central, alrededor del que todo gravita.

Tiresias fue ciego desde joven. Según unos su ceguera fue obra de la diosa Atenea, en castigo por haberla sorprendido desnuda; pocas bromas con Atenea. Según otros la causante fue Hera, encolerizada porque Tirias le dio la razón a Zeus, en una disputa que mantenían ambos dioses sobre quién de los dos gozaba más en la coyunda. En ambos casos, eso sí, la ceguera le fue compensada con el don de ver el futuro. Ese destino ha fascinado desde siempre a los poetas.

Tiresias fue el gran mediador. Como vidente, media entre los dioses y los hombres; por su longevidad, entre los vivos y los muertos; como andrógino, entre hombres y mujeres. Porque esa es otra: Tiresias fue hermafrodita. Oigamos a Ovidio:

…conocía este el placer de uno y otro sexo; pues con su bastón había molido a golpes a dos grandes serpientes, cuando estaban copulando en verde selva, y, convertido, ¡oh prodigio!, de hombre en mujer, había vivido siete otoños como tal.

Esta condición tan especial nos la recuerda así Eliot:

…yo, Tiresias, aunque ciego, palpito entre dos vidas;

viejo con arrugados pechos de hembra, puedo ver […]

Yo, Tiresias, anciano de tetas arrugadas…

Tiresias comparece en la literatura europea con cualquier excusa, por ese doble carácter de profeta y andrógino.

En el canto XI de la Odisea, Ulises bajó a los infiernos a pedirle consejo, ya que seguía haciendo certeros vaticinios hasta después de muerto. Profetizar puede convertirse en vicio.

Guillaume Apollinaire tiene una obrita intitulada Les mamelles de Tirésias —Los pechos de Tiresias—, de 1917. En ese drama surrealista, una tal Teresa, joven feminista que se niega a tener hijos…

Je sui féministe et je ne reconnais pas l’autorité de l’homme

…se convierte en un señor mujer, después de liberarse de sus tetas y adoptar el nombre de Tiresias; su marido, en cambio, traerá miles de hijos al mundo para repoblar la ciudad de Zanzíbar. ¡Telita de Sabadell!

 Mucho antes, en la Necyomantia de Luciano, Tiresias da esta moderna recomendación a la vieja pregunta sobre cuál es la mejor vida que puede llevarse:

…la vida de un individuo corriente: olvidarse de los filósofos y de su metafísica.

También Dante (un periodista teológico, según Cioran) llama en causa a Tiresias, a quien sitúa en el octavo círculo infernal. Allí había sido condenado a caminar con la cabeza vuelta hacia atrás por toda la eternidad, él, que en vida no hizo sino mirar al futuro. Dante empieza por recrear la fabulación de Ovidio:

Miré a Tiresias, que mudó el semblante

cuando de macho a hembra se cambiara…

Y después nos cuenta la nueva maldición que le sobrevino:

Considera a su pecho espalda siendo:

porque de más mirar quiso adelante

mira hacia atrás y va retrocediendo.

Sí. Tiresias ha sido mil veces interpelado en nuestra tradición literaria y su fama sigue creciendo y ha llegado ya hasta Japón. En Kafka en la orilla, de Haruki Murakami, sale un bibliotecario llamado Oshima, que es transexual, consejero y un poco guía espiritual.

Tiresias-san, supongo.